Numero dos. Oeste.
Hace unos días me preguntaron por mi color favorito y
realmente con el paso de los años he batallado en ese tema. Algo que parece tan
simple, pero que no lo es. Cómo definir mi gusto por un color si el mundo está
hecho de mezclas, y se ha construido por guerras. En ese caso, el gusto por los
colores primitivos es universal. Es como si me preguntaran cuál es mi elemento
favorito. O peor aún, es como si me preguntaran si prefiero el norte, el sur,
el este, o el oeste. ¿Cómo demonios me pueden preguntar eso? Si al amanecer una
sección del periódico promueve las paradisíacas playas del sur del país, y al
dar la vuelta a la pagina están documentando un encuentro entre grupos armados al
norte en donde resultaron abatidas un par de familias, “victimas colaterales” que vivas habrían sido las que ayudarían a que el plano cartesiano no cambiase
su rumbo. Y así es por lo que todos los días, en cada
extremo del planeta tierra, se debe escuchar “imagine”, y a Jaime Sabines.
Gracias a la tía Chofi, y en especial a Lennon, por no dejarnos solos.
Total, quién soy yo para definimos gustos si somos blancos y
negros, altos y bajos, ricos y pobres, humanos y políticos.
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